
Por Adrián Ahjuech
En política, hay silencios que huelen a complicidad. Y en Ciudad Juárez, donde el aire se ha vuelto cada vez más irrespirable por los incendios en el relleno sanitario: Elizabeth Guzmán, Cuauhtémoc Estrada y los otros 6 diputados de Morena electos para representar a los juarenses… pero ausente cuando más se le necesita.
Durante la reciente discusión en el Congreso del Estado, se propuso crear una Comisión Especial para analizar el problema del relleno sanitario en la capital del estado. Y aunque parece una medida razonable, fue ahí donde se mostró, una vez más, el desprecio institucionalizado de Morena por Ciudad Juárez.
Cuando la diputada Xóchitl Contreras, la única voz opositora en Ciudad Juárez, exigió que también se incluyera al relleno sanitario de Juárez, los diputados de Morena guardaron un silencio cómplice, casi criminal.
Los diputados no solo no alzaron la voz por su ciudad. Ni siquiera se tomaron la molestia de simular una preocupación. ¿Dónde estaban cuando se mencionaron los 46 incendios documentados por los medios de comunicación en el relleno sanitario juarense? ¿Dónde estaban cuando se habló del aire que respiran los niños, las madres, los adultos mayores? Estaban sentados, callados, como si Juárez no les doliera. Como si su curul fuera un privilegio partidista y no un mandato ciudadano.
¿Y qué decir del siempre diplomático Cuauhtémoc Estrada, que se suma a causas solo si puede sacar raja política? Pareciera que el aire solo importa cuando sopla a favor de sus intereses electorales.
Este no es un tema menor. Es la salud de miles de familias juarenses. Es el derecho básico a respirar sin miedo. Y si los representantes de Morena —encabezados por Cuauhtémoc Estrada— no son capaces ni de alzar la voz por eso, entonces, ¿para qué están?
El silencio ante la crisis ambiental en Juárez no es neutralidad: es traición. Y cada vez que los diputados de Ciudad Juárez callan, el humo se vuelve más denso y la indignación más grande. Porque quienes hoy callan ante el fuego, mañana tendrán que rendir cuentas ante sus cenizas.