
Por Juan de Dios Olivas
Son las 7 de la mañana, miércoles 21 de junio de 1916. Frente a frente se encontraban tropas de Estados Unidos y de México amagándose con disparar sus armas y demostrar su supremacía, en el caso de los estadounidenses, y el patriotismo en el de los mexicanos.
“Tenemos órdenes de no dejarlos avanzar en otra dirección que no sea al norte”, dijo el general Félix U. Gómez ese día a tropas estadounidenses que invadieron México en persecución de Francisco Villa.
La respuesta fue igual de tajante: “Tenemos órdenes de llegar a Villa Ahumada y lo haremos sobre las balas”.
Tras un breve diálogo en el que no se llegó a ningún acuerdo, los fusiles hablaron y pronto empezaron a caer soldados de un bando y del otro.
Se trataba de la batalla de El Carrizal, en la que un regimiento del Ejército Mexicano, al mando del general Gómez, resultó triunfador.
Sí, Gómez y sus huestes dispersaron a las tropas estadounidenses de la Expedición Punitiva que invadieron México persiguiendo al general Francisco Villa, a quien nunca atraparían.
El combate se desarrolló en un predio de la antigua hacienda que llevaba el mismo nombre, ubicada en al actual municipio de Ahumada, unos 150 kilómetros al sur de Ciudad Juárez.

La victoria mexicana marcó el declive de la intervención estadounidense en México, y lo más grave, tensó las relaciones al grado de que Estados Unidos consideró una invasión a gran escala en todo el norte del territorio mexicano, refieren datos recopilados por estudiosos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).
Antes del combate, el general Gómez, al mando del Segundo Regimiento de la Brigada Canales, intentó convencer a los estadounidenses de que regresaran por donde vinieron.
Envió primero al teniente coronel Genovevo Rivas, quien obtuvo una negativa y después él mismo se entrevistó con los jefes norteamericanos. Sin embargo, el capitán Charles T. Boyd, quien se encontraba al mando, prosiguió su camino al frente de dos batallones que formaban parte de la Expedición Punitiva.
“Salí a conferenciar con el jefe de dicha fuerza para que me informara cuál era el objeto de su presencia. Puesto a hablar con él dijo que venía en busca de una gavilla de bandoleros que por ahí merodeaban; habiéndole contestado que ninguna gavilla asolaba esta comarca, por estar toda perfectamente vigilada por fuerzas constitucionalistas”, refiere el parte rendido por Rivas.
“Dijo él, entonces, que iba a Villa Ahumada con el fin de buscar un desertor, a lo que contesté que teníamos órdenes de no permitir el avance de fuerzas americanas en otra dirección que no fuera al norte”.
A esta declaración Boyd contestó que nada le importaba, “que él tenía órdenes de llegar a Villa Ahumada y que lo haría sobre las balas”, relató Rivas.
Lo mismo respondió en una segunda entrevista al general Félix U. Gómez y momentos después se inició el avance en línea de tiradoras de las tropas estadounidenses que, según Rivas, eran de 80 a 100 hombres a caballo, mientras que los mexicanos eran 260 soldados.

En el inter de la negociación, en las tropas invasoras el capitán Morey trató de convencer a su comandante de la retirada percibiendo la superioridad numérica de los mexicanos, pero fue ignorado: Boyd en medio de su soberbia, estaba convencido que “cada uno de sus soldados americanos valía por diez mexicanos y que en consecuencia correrían antes de resistir su ataque”.
Tras avanzar y buscar posiciones cada bando esperó que el otro disparara el primer tiro. Finalmente fue el general Gómez quien dio la orden al trompeta de tocar fuego.
A unos 80 metros de distancia entre un bando y otro se inició el tiroteo trabándose un combate que duró poco más de dos horas y que finalizó con la dispersión de las tropas extranjeras.
Al iniciar la escaramuza Félix U. Gómez recibió un tiro en la frente y murió. En su lugar tomó el mando el coronel Genovevo Rivas.
Al proseguir el tiroteo, también falleció el capitán Francisco Rodríguez, los tenientes Daniel García y Evaristo Martínez, el subteniente Juan Lerdo y 26 soldados mexicanos más.
Los norteamericanos tuvieron 14 bajas, entre ellos el capitán Boyd, cuya muerte de un disparo en la frente casi al final del combate provocó la rendición de los invasores.
El Ejército Mexicano hizo prisioneros a 17 soldados que entregó al Gobierno de Washington días después en el puente internacional de Ciudad Juárez. También hizo entrega de los pertrechos de guerra capturados.

Buscando a Villa, queriéndolo matar
Tres meses antes de la batalla de El Carrizal, tropas villistas cruzaron la frontera y se internaron a Estados Unidos para atacar el poblado de Columbus, Nuevo México, causando muerte y destrucción.
En respuesta, Estados Unidos envió en su persecución al general John J. Pershing, el jefe de armas de Fort Bliss, en El Paso, Texas, quien ingresó a territorio de Chihuahua el 15 de marzo de 1916, al mando de 5 mil 800 soldados, cifra que se incrementaría posteriormente.
Su objetivo: disminuir las fuerzas de Francisco Villa. El motivo, vengar el ataque que el Centauro del Norte había perpetrado en Columbus.
Durante los siguientes meses, la Expedición Punitiva buscó por todas partes a Villa sin lograr los resultados y pocos fueron los enfrentamientos relevantes que sostuvo, lo que desmoralizó a los estadounidenses.
Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, protestó por la invasión ante el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, y ordenó a las tropas mexicanas impedir el avance estadounidense.
Sin embargo, los estadounidenses movilizaron dos escuadrones del décimo Regimiento de Caballería.

Desde Colonia Dublán, Casas Grandes, el capitán Boyd comandó uno de esos escuadrones hasta la hacienda de Santo Domingo, donde se le sumaron las tropas al mando del capitán Lewis S. Morey.
El capitán Boyd se dirigió hacia el oriente rumbo a Villa Ahumada, donde cerca, en el pueblo de Carrizal, se encontraba el general Félix U. Gómez con la orden de no dejarlos avanzar, lo que provocó finalmente el enfrentamiento que tensó las relaciones entre México y Estados Unidos.
Sin embargo, aunque el presidente Woodrow Wilson protestó por el ataque sufrido por sus fuerzas, convino con Venustiano Carranza en convocar a la conferencia que se llevó a cabo en Atlantic City en septiembre de 1916.
En esa junta se solucionó de manera pacífica el conflicto, aunque las tropas estadounidenses permanecieron en México hasta febrero del siguiente año, cuando regresaron a Estados Unidos sin lograr el objetivo de capturar a Francisco Villa.

Sólo una tumba abandonada queda de los héreos de El Carrizal
Justo a un costado de la actual carretera que pasa frente al poblado de El Carrizal, fueron sepultados los soldados mexicanos que perdieron la vida en el combate, en tanto el general Gómez fue trasladado a su tierra natal, Gómez Farías, Coahuila.
Antes, el cuerpo del llamado desde ese momento “héroe de El Carrizal”, fue trasladado a la capital de Chihuahua, donde fue preparado a bordo de un tren especial que lo llevaría a Saltillo.
El 25 de junio a las 10 de la mañana fue recibido por miles de personas en Saltillo, quienes le rinden honores antes de continuar su camino a Gómez Farías, su pueblo, donde ya lo esperaba su esposa Magdalena Hernández Barajas y su hijo Juan Francisco Gómez Hernández, de 4 años.
El tren se detuvo y su silbato no dejó de sonar hasta que el general Félix U. Gómez fue llevado al panteón El Refugio y sepultado con honores coronados con disparos al aire.
Décadas después, al reconstruirse su lápida, se colocó un epitafio en ella: “Gral. de Brigada Félix U. Gómez, muerto en defensa del suelo patrio el 21 de junio de 1916 en el Combate de El Carrizal Chih. contra las tropas norteamericanas…”
