El distribuidor vial Manuel Talamás Camandari fue la obra pública más importante de la primera gestión del presidente municipal Cruz Pérez Cuéllar. Se le invirtieron 380 millones de pesos para deshacer el nudo vial más grande de Ciudad Juárez, por encima de los que se forman en los cruceros del sur del eje vial Juan Gabriel, de la Teófilo Borunda y la Ejército Nacional.
La Talamas es utilizada por unos 70 mil automovilistas diariamente y es el acceso prácticamente a una ciudad perdida donde la falta de servicios está en todas las calles, camellones y fraccionamientos donde los tiraderos de basura clandestinos, casas abandonadas, cientos de escenas de crímenes y la poca vigilancia son un paisaje cotidiano.
El crucero fue inaugurado en octubre del año pasado, ya para concluir el primer mandato de Cruz, con todas las fanfarrias, petulancia y carretadas de billetes que el crucismo destina a la publicidad para construir la imagen electoral que está en campaña para buscar la candidatura a gobernador por Morena o el Verde en el 2027.
Pero, pero, siempre hay un pero. No sirvió de nada y el dinero fue prácticamente mal invertido, tirado a la basura, pues.
Las largas filas para accesar del Talamas al Libramiento Independencia forman kilómetros y viceversa, aunque se trate de vuelta en esquinas. Es el mismo paisaje que se tenía antes de la inversión de 380 millones de pesos y son las mismas mentadas de madre para el Municipio y los agentes de vialidad por parte de los usuarios a las que ahora se suman las dirigidas al alcalde.
Y no es para menos, 380 millones de pesos que Cruz presumió como la obra más grande de su administración para buscar un ahorro de más de media hora en tráfico vial que nomás no se ve ni lo vieron quienes usaron esa arteria para dirigirse en septiembre pasado al primer informe de gobierno en el estadio 8 de Diciembre, algunos de los cuales nos hicieron llegar esa observación sobre el distribuidor: No sirve; ¡Ah pero din obras no hay sobras!, dicen.




