
Ciudad Juárez.- A corta distancia del Río Bravo, en un terreno ubicado en parte alta, Fray García de San Francisco decretó la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte el 8 de diciembre de 1659, el día de la Inmaculada Concepción.
Contra viento y marea, apoyado por indios mansos y sumas, construyó originalmente un pequeño templo con muros de lodo y ramas, techumbre de paja y decretó la fundación de una pequeña comunidad integrada por 4 mil nativos conversos al cristianismo que al paso de más de 3 siglos y medio se convirtió en lo que hoy es Ciudad Juárez.
La Misión se ubicó en el punto del Camino Real Tierra Adentro, donde habitualmente las caravanas de viajeros cruzaban el también llamado Río Grande para internarse al actual territorio de Nuevo México, del que esta región formaba parte.
El lugar elegido era el punto en el que el conquistador español Juan de Oñate bautizó como Paso del Norte, 61 años antes que el franciscano llegara a predicar el evangelio.
El templo que se terminó de edificar en 1668, es el mismo que sigue de pie, ubicado en las calles Vicente Guerrero y Mariscal del Centro Histórico.
La fundación de la Misión de Guadalupe se dio con la oposición del nuevo gobierno de Nuevo México, que una y otra vez boicoteó a fray García para impedir que se asentaran en la región y tomaran el control del Paso del Norte, punto estratégico en el Camino Real Tierra Adentro para el trasiego de mercancías.
Cinco meses antes de la fundación, en julio de 1659, una caravana proveniente de la Ciudad de México llegó a Nuevo México con un nuevo gobernador y un nuevo custodio para la misión de Senecú: Bernardo López de Mendizábal y Fray Juan Ramírez, este último nombrado también procurador de las misiones.
Durante la marcha por el Camino Real de Tierra Adentro se registró una agria disputa entre el nuevo gobernador y los religiosos que provocó la deserción de 10 de ellos e impidió que las misiones franciscanas en la región se reforzaran.
El fraile Ramírez regresó a México en busca del apoyo de sus superiores para afrontar el conflicto y dar parte al virrey.
Para entonces, los indios habían acudido a fray García de San Francisco en la Misión de Socorro para solicitarle un templo en el Paso del Norte del río Bravo y en agradecimiento, en varias ocasiones construyeron arcadas de ramas para recibir a los religiosos.
Sin embargo, el recién nombrado gobernador Bernardo López de Mendizábal ordenó a sus soldados destruirlas cuantas veces se levantarán, obstaculizando de esa manera la labor de los franciscanos. Aun así, los indios mantuvieron otros arcos ocultos y cuando llegaron los franciscanos los recibieron con ellos.
Fray García, al enterarse de que no habría sacerdotes destinados a evangelizar, decidió venir él mismo a fundar de manera oficial el campo misionero que había estado preparando ya con permiso de la Corona española y autoridades eclesiásticas.
El motivo de los mansos para apoyarlo era que estaban dispuestos a vivir en forma pacífica y sedentariamente en torno a la nueva misión, protegidos de la voracidad de los soldados españoles y del exterminio practicado en Nuevo México. Además, buscaban aprender de los ministros religiosos formas occidentales de sedentarismo que no conocían.
El religioso quien ya tenía pleno conocimiento de la oposición del gobernador López de Mendizábal a los franciscanos y de que se oponía a la fundación de una misión entre los indios, tuvo que actuar con rapidez para construir una iglesia provisional, reunir un nutrido grupo de indígenas mansos y sumas, y realizar la ceremonia formal de fundación.
Sin dar tiempo a más, en una breve y sencilla ceremonia llevada a cabo el 8 de diciembre, fray García dedicó la misión a la Virgen de Guadalupe, cuyo culto estaba ya presente entre los criollos del centro del virreinato y cuya celebración estaba ya muy cercana: el 12 de diciembre.