
Dos cuerpos descuartizados que fueron abandonados este jueves en la colonia Nueva Hipódromo en Ciudad Juárez, trajeron a la memoria el inició de la narcoguerra en la frontera.
Junto a las víctimas que fueron brutalmente despedazadas, fueron dejados dos cartulinas con mensajes amenazantes: Para los policías, decía una de ellas; La otra: Esto les pasa por robar y secuestrar gente indocumentada, según consignan los medios de comunicación.
La identidad de las víctimas se ignora. Lo que no se ignora es la amenaza. La narcoguerra que ha dejado desde hace casi dos décadas más de 40 mil víctimas en Juárez cobró la vida de decenas de policías en su inicio. Los integrantes de las fuerzas policiacas fueron de los primeros en caer bajo las balas de comandos bien entrenados que buscaban romper el escudo de protección del cartel que dominaba la plaza al estilo del sindicato del crimen fundado por Al Capone en los años 1920s en Chicago, que tenía bajo su control jueces y políticos.
En el caso del Cártel de Sinaloa tenía en el “coma” Sergio Garduño, al lugarteniente encargado de trasiegos y también como jefe del brazo armado de Ismael El Mayo Zambada, que por aquel entonces era aliado de Joaquín El Chapo Guzmán.
Pocos lo saben, nadie lo dice, pero El Coma era compadre de Ismael El Mayo Zambada, lo que le valió para salvar su vida luego de que Juan Pablo Ledezma, el JL, -de quién se dice, era sobrino de Amado y Vicente Carrillo, Viceroy-, le arrebató la plaza y la recuperó para el viejo cártel de Juárez que dirigen todavía integrantes de esa misma familia, clanes como los Vázquez Barragán y, según la DEA, Jesús Salas Aguayo, el Chuyín, incluido este año en la lista de los más buscados.
Tan enorme perdida tuvo y se le perdonó a Garduño.
En los 1990s la plaza fue del cártel de Juárez y a la muerte de Amado, Viceroy tomó las riendas. En algún momento a partir del año 2000 en la frontera había más operadores del Cártel de Sinaloa, pero tras el homicidio de Rodolfo Carrillo Fuentes en Sinaloa, las cosas iban a cambiar.
Un buen día del año 2004, ya durante el gobierno de José Reyes Baeza, a Juárez llegó el JL, quien estuvo a punto de morir en un accidente provocado por un rutero en la Panamericana, cuando era perseguido por elementos de la Policía Federal. En el percance murió su hombre fuerte, un ex policía municipal apodado El Largo, mientras que él obrevivió.
El también llamado Dos Letras, fue aglutinando bajo su mando a grupos como la pandilla Los Aztecas, y claro, la Línea, el brazo armado integrado en sus inicios únicamente por policias.
En el 2007, el JL convocó a una reunión a todos los policías y jefes de los distintos cárteles,. Dicen que fue en el parque Central. Ahí le dió 24 horas al coma Garduño para que abandonara la plaza con todos sus perros y gatos, so pena de muerte. A su mando el JL tenía al excomandante del grupo de Lesiones, de la antigua Policía Judicial del Estado, Emilio Ramírez, que también fue escolta del gobernador Patricio Martínez. También otros mandos activos lo reforzaron y mostraron su lealtad. Garduño sin fuerza se retiró de la frontera. No así hombres que pertenecían a distintas facciones del cártel de Sinaloa, entre ellos los hermanos Chairez, cuatro policías municipales que fueron el primer blanco del nuevo jefe de la plaza quien también utilizó los llamados narcomensajes y dejó en la vía pública cartulinas y mantas con listados de agentes amenazados de muerte.
Fue la noche del martes 29 de mayo del 2007 cuando la guerra interminable entre el cártel de Sinaloa y el de Juárez comenzó. Así lo consideran muchos policías que sobrevivieron a la violencia desatada desde ese día.
Esa noche, dos agentes policiacos, uno ministerial y otro municipal, fueron emboscados y asesinados por sicarios encapuchados que viajaba en al menos cinco camionetas sobre la avenida Gómez Morín, a la entrada de el Campestre, el lujoso fraccionamiento donde el alcalde Cruz Pérez Cuéllar habitaba hasta que fue echado por la Fiscalía Anticorrupción en una investigación por enriquecimiento ilícito a Daniel Pando, el ex director de Vialidad, del gobierno de Armando Cabada.
Ambos policías circulaban en la unidad 4525 de la Policía Ministerial cuando fueron interceptados y perseguidos por los pistoleros, quienes los alcanzaron dos cuadras adelante y los acribillaron con disparos de rifles AK-47. Los cadáveres quedaron cocidos a tiros en la unidad
Las víctimas fueron identificadas como el policía municipal Ismael Chairez Hernández, quien terminaría su jornada la mañana del miércoles y Enrique Martínez Torres, quien manejaba la patrulla estatal y quien aparentemente acabó su turno a las ocho de la noche del mismo martes, una hora antes de que fuera asesinado. Meses después, en enero del 2008, fue cazado el capitán de la Policía Municipal, Julián Cháirez Hernández. Fue la madrugada del 20 de ese mes, que fue acribillado en las avenidas Hermanos Escobar y Plutarco Elías Calles en el Fovissste Chamizal. Sus otros dos hermanos caerían asesinados con el tiempo.
Al día siguiente de la ejecución de Ismael y Enrique, el director operativo de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), Francisco Ledesma Salazar, quien dirigió por años el Grupo 16 y después el Delta, fue asesinado a balazos al salir de su domicilio para ir a trabajar, cerca del cuartel policiaco de Babícora. Varios pistoleros le dieron muerte cobardemente.
Esa misma noche el coordinador regional de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI), Fernando Lozano Sandoval, fue emboscado en la avenida Paseo del Triunfo de la República, a la altura de la avenida Del Charro, pero logró sobrevivir.
Después, las muertes se contaron por centenas, primero; después por miles cada año. No ha parado la violencia desde entonces.
Del primer protagonista, el coma Garduño, hijo de un ex policía jubilado de nombre Rubén Garduño, poco se sabe. La DEA lo mantiene la lista de los más buscados y enfrenta acusaciones en la Corte de Estados Unidos por narcotráfico y asesinato. Su rastro está perdido para las autoridades, pero entre los policías y ex agentes de la vieja guardia, circula la leyenda que contrario a los tiempos en que fue el brazo armado del Mayo Zambada, ahora se encuentra dirigiendo una congregación religiosa en algún lugar de Guadalajara. Sepa si será cierto, pero es el hombre que perdió la plaza en aquella época lejana en la que también dejaron narcoamenazas como las que aparecieron ayer al lado de dos descuartizados.
