
Todo indica que la decisión de instalar carpas de circo en El Punto para habilitarlas como albergue para migrantes se tomó en la ciudad de México detrás de algún escritorio donde no se conoce el clima extremo de Juaritos e insisten en meter ahí a 5 mil migrantes.
Ni la desconocida que les puso el viento la semana pasada hicieron que los empresarios que trabajan en Protección Civil del Municipio, o del Estado, recomienden que el albergue no es apto para el desierto de la frontera y representa un riesgo para quienes lo ocupen. Mejor sería una nave industrial de las tantas que quedarán desocupada por la guerra arancelaria de Trump.
La superdelegada Mayra Chávez también guardó silencio a su jefa Ariadna Montiel, la secretaría de Bienestar y responsable real del centro de migrantes cuyo carácter impide a sus subordinados decirle la situación real. Lo raro es que ella misma conoce el clima de Chihuahua y sabe que no es apto una carpa en pleno desierto por el frío extremo, los cientos y el calor. Tan lo conoce que se le menciona como aspirante la gubernatura.
Al alcalde Cruz Pérez Cuéllar tampoco le dijeron que el albergue no es apto. Sus muchachitos comadrejos intentaron colgarle el mérito del albergue, pero no le dijeron de los riesgos. Lo tienen en una burbuja en la que ya se cree el gobernador en turno, y se la lleva paseando por el Estado.